HOMBRE AMERICANO: EL ORIGEN DE LA POBLACIÓN
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n aspecto extraordinario dentro de la Antropología, es el estudio de los pueblos americanos antes de la llegada de los conquistadores. En medio de una naturaleza adversa, los asentamientos del norte de América fueron capaces de sobrevivir, con un ingenio asombroso ante esta situación.
Es un enigma saber el tiempo y el modo de cómo llegó a poblarse un Continente tan amplio, diversificado —a través de sus distintas etnias— a lo largo y ancho de tan vasto territorio. Se dice, que los primeros pobladores arribaron por el Estrecho de Bering.
El glaciarismo —fenómeno capaz de provocar el descenso de las temperaturas, propiciando la generación de gruesos glaciares— es el foco de atención para los investigadores. En lo que al norte de América atañe, cuatro son las complejas e importantes glaciaciones que han tenido lugar: Nebraska, Kansas, Illinois y Wisconsin. Aunado a esto, se presentaron fases de agudizamiento del frío, conocidas con los nombres de: Tazewell, Cary, Mankato y Cochrane.
En el centro y sur de América, los glaciares no tuvieron un impacto similar, independientemente de que en los Andes del sur se han encontrado vestigios de las glaciaciones de Vallimanca, Colorado, Diamante y Atuel.
Es de resaltar los efectos de las glaciaciones más importantes, las cuales afectaron el nivel de los mares, provocando un descenso considerable de varios cientos de metros, con respecto a lo que conocemos hoy en día. Bajo estas condiciones, el Estrecho de Bering se tornó semejante a un puente natural, el cual fue benéfico para los cazadores de la época, dando lugar a la introducción paulatina de humanos en América.
Los investigadores especulan que estos inmigrantes eran originarios del Continente Asiático, siendo cazadores nómadas que, al verse beneficiados por la abundancia de alimento, se asentaron en los amplios valles y praderas, aprovechando los recursos existentes.
Posteriormente, pueblos de mayor experiencia en la cacería —provenientes de Europa—, habrían de llegar del mismo modo, aprovechando las mismas condiciones que sus antecesores, hasta llegar a tierras centrales del Continente. Ahora bien, las investigaciones han arrojado que, muy probablemente, la estancia del ser humano en América cuente con una datación de aproximadamente de 40 mil años.
Con el paso de los siglos, desde luego, se daría la diversidad en cultura y lenguas, las cuales fueron tomando unas características propias, dando lugar a la base de las múltiples civilizaciones del Continente.
De acuerdo con los rasgos antropológicos y etnográficos, se ha determinado la inexistencia de restos humanos que correspondan a especies ajenas, de las conocidas por la ciencia. Prueba de ello, puede encontrarse al estudiar diarios de los conquistadores europeos, en donde se mencionan los rasgos y descripciones físicas de los nativos.
Otros antropólogos han llegado a exponer la posible inmigración de pigmeos y hombres de raza negra, lo cual ha sido rechazado de forma tajante, al encontrarse fuera de toda lógica científica. Por el contrario, no se descarta la presencia del hombre con rasgos caucasoides, emparentados —muy posiblemente— con los de origen siberiano.