lunes, 8 de junio de 2020

KUNDALINI: "En la tradición oriental, el potencial que yace en todo hombre, es un hecho indudable. Recae en la persona aceptar la existencia de la chispa divina. Será primordial abandonar el letargo en el que se encuentra sumido este mundo, a fin de convertirse en un ser consciente y de luz".


KUNDALINI: LA ENERGÍA DE LA SERPIENTE 

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a energía es, evidentemente, un recurso y una capacidad imprescindible en el Universo. El mundo que nos rodea —tanto el tangible como el incorpóreo— es producto de ésta, siendo la causa de su moldeado y transformación a lo largo de millones de años. Extraordinario fue, aún más, cuando la Ciencia fue capaz de anunciar al mundo la relación inherente entre masa y energía. Pensar que una pequeña partícula represente, en sí misma, una energía formidable, es algo sorprendente. 

Si bien es cierto que la Física es quien busca visualizarlo de un modo objetivo, el concepto no es ajeno dentro de las doctrinas místicas y/o religiosas. Y aunque muy probablemente, la palabra “energía” como tal no figure, es innegable la presencia de nociones que aluden al movimiento, a la fuerza, a la acción. 

En la tradición oriental, el sublime potencial que yace encerrado y latente en todo hombre, es un hecho indudable. De acuerdo con esto, recae en la persona misma aceptar la existencia de la chispa divina. Para ello, será primordial su decisión de abandonar el letargo en el que se encuentra sumido este mundo, a fin de despertar y, convertirse así, en un ser consciente y de luz. 

Esta noción de “sueño” o “letargo” está representada en la serpiente que yace dormida, la cual descansa en el hueso sacro que —a su vez—, se encuentra ubicado en la base de la columna vertebral. Aquí es, donde se dice, está localizado el Muladhara, un centro de energía conocido como el “primer chakra”. Antes de proseguir, conviene señalar que, aunque se contempla la existencia de varios más, siete son los chakras reconocidos como principales, tratándose de centros energéticos distribuidos a lo largo de la columna vertebral. 

Kundalini es la energía psíquica simbolizada por la serpiente que debe ser liberada. Es aquí, en donde el Yoga —disciplina hindú que tiende a la meditación, a la liberación y a la consciencia humana— se coloca como la técnica que posibilitará el ascenso de dicha energía a través de la columna —como si de una escalera se tratara—, escalando, hasta alcanzar el chakra superior. Este camino de la energía, que va de la zona baja hacia lo alto, representa el sendero hacia lo divino en la tradición hindú. 

En Mesoamérica, el hombre que portaba a Dios en su interior se asemejaba a la montaña (con flores) en la que el sol fue a morar. Un efecto presenciado al anochecer, cuando el sol al ocultarse simulaba “entrar” en la montaña. Para convertirse en “flor”, el hombre tenía que desprenderse de los vicios y emular el trayecto hacia el cielo que emprendió Quetzalcóatl —la Serpiente Emplumada—, para ser “uno con el todo”. 

Este proceso de transformación se representaba con el ascenso de Quetzalcóatl a través de la columna vertebral —cuya forma es la de una “serpiente” y, a la vez, la del “tallo de una flor”—, partiendo de la pelvis (donde se encuentra el hueso sacro), que tiene forma de “mariposa”, según la concepción mesoamericana. Pues bien, al ser una entidad sabia y benevolente, Quetzalcóatl era asociado con la pureza de las mariposas. 

 

“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).