martes, 7 de julio de 2020

AIRE ACONDICIONADO: "Afortunadamente, siempre habrá opciones para reducir estos gastos, tomando en cuenta las temperaturas recomendables y, así, lograr una eficiencia que satisfaga nuestras necesidades, prescindiendo de consumos improductivos".

Fuente de la imagen: Pixabay.

AIRE ACONDICIONADO: EFICIENCIA ENERGÉTICA 

U

no de los principales consumos del hogar corresponde al de la energía eléctrica, y más cuando las facturas llegan con un importe alto. Es verdad que, para la comodidad de los habitantes, tanto el servicio de aire acondicionado como el de calefacción, se han vuelto imprescindibles durante las temporadas de verano e invierno, respectivamente; tanto es así, que su uso puede llegar a ser desmedido y las consecuencias se reflejan en nuestro bolsillo. 

Afortunadamente, siempre habrá opciones para reducir estos gastos, tomando en cuenta las temperaturas recomendables y, así, lograr una eficiencia que satisfaga nuestras necesidades, prescindiendo de consumos improductivos. 

Durante la temporada veraniega, el aire acondicionado llega a representar hasta el 70% del importe a cubrir, por lo que el uso debe ser de forma más medida. Se recomienda usar el termostato entre 24 y 26°C, ya que se dice que, mientras más se disminuya la temperatura, por lógica, más consumo de energía eléctrica habrá, representando un incremento de hasta un 7%. Un error típico es ajustar el termostato a una temperatura menor a la deseada al encender el equipo de aire, ya que se tiene la falsa idea de que enfriará más rápido, pero lo único que se conseguirá es un gasto de energía infructuoso. 

Limpiar los filtros del equipo es una excelente medida para conseguir un máximo rendimiento del aparato, puesto que, de no hacerlo, se reduce la eficacia y puede llegar a representar un alza en el consumo de hasta un 10%. Esto también aplica a los conductos de entrada y salida de aire, que deben de estar siempre limpios y sin obstrucciones. 

Deben evitarse las fugas de aire. Deben sellarse las puertas y ventanas de forma adecuada, y así evitar el funcionamiento en exceso del equipo. No hay que olvidar el uso del ventilador del sistema, ya que puede resultar adecuado para mantener un ambiente agradable, puesto que el aire en movimiento genera un descenso de la temperatura de hasta 5°C. 

Otros factores que contribuyen al ahorro de energía eléctrica son: la instalación de plafones, cierre de persianas, aislamiento adecuado de muros y techos, polarizar cristales de ventanas y pintar el exterior con colores claros. 

A la hora de adquirir un aparato de aire acondicionado, es recomendable priorizar las necesidades para poder elegir el que más convenga. Debe optarse por el más adecuado y no dejarse llevar por los más potentes, que, a la larga, consumirán más energía de lo necesario, además de resultar más costosos. 

Si de calefacción hablamos, se recomiendan los equipos con bomba de calor y de tecnología “inverter”. Con esto se tendrían las dos funciones (frío/calor) en uno solo, y un ahorro significativo con respecto a los sistemas convencionales de calefacción con gas. 

Algo similar debe hacerse con los refrigeradores (neveras o frigoríficos), los cuales deben estar instalados en lugares secos con excelente ventilación, protegidos de la luz solar directa, estar retirados de fuentes de calor y mantener siempre libres todas las rejillas de ventilación. 

Quizá, el error más común, sea mantener abierta la puerta por un tiempo mayor al requerido, al introducir o sacar los alimentos. La limpieza periódica de la parte posterior de los aparatos es fundamental, ya que el polvo contribuye a un consumo mayor de energía. Y, por último, no configurar el termostato a una temperatura más baja de la necesaria. 

El ahorro siempre nos va bien y, siguiendo estos pasos, veremos los resultados favorables en la próxima factura de energía eléctrica. 

 

“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).