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BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA: CUSTODIA DEL CONOCIMIENTO
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lejandría fue el centro intelectual más importante de su tiempo. No había ciencia alguna que no estuviera presente en ella, a la vez que la colaboración de los estudiosos, la hizo florecer, de una manera pocas veces vista en la Historia. Una de sus principales actividades estuvo orientada a la organización y clasificación de la información recopilada. El desarrollo intelectual de aquella época fue inmenso, llegando a ser conocida como “alejandrina”.
La disección de cuerpos humanos estaba rotundamente prohibida en la antigüedad, o al menos, en los dominios helénicos. No obstante, sería durante este período cuando la anatomía cobraría gran relevancia, al ser permitida la práctica antes dicha para el avance de la medicina.
Herófilo de Calcedonia se convirtió en uno de los principales exponentes de la Anatomía. Con sus trabajos, logró el descubrimiento de los nervios sensitivos, al mismo tiempo que consiguió medir el pulso de los pacientes de fiebre. Otro personaje importante fue Erasístrato, pues gracias a sus destacadas investigaciones en materia del funcionamiento del cuerpo humano, pasó a ser reconocido como el padre de la Fisiología.
Las matemáticas fueron otra rama sobresaliente. Aunque Arquímedes es, quizá, una de las figuras más difundidas en este ámbito —a causa de sus trascendentales inventos—, en Alejandría también participaron Apolonio de Perge y Euclides, cuyas habilidades en la cuestión geométrica continúa impresionando hasta nuestros días.
En la legendaria Biblioteca de Alejandría tuvo lugar una ardua labor literaria y humanística, siendo, pues, testigo del nacimiento de la Filología. En estos tiempos encontramos a prominentes eruditos como Zenódoto de Éfeso, considerado uno de los principales estudiosos de las obras homéricas. Aunque existe debate histórico con respecto a su figura, se cree que fue el primer bibliotecario de este icónico centro de conocimientos de la antigüedad.
Las artes también florecieron, estando basadas en el corazón de la época. Las temáticas predominantes eran el Estado y la Religión, buscando representar su grandeza y poder por medio de ellas. Era esencial conservar un estilo pulcro, formal y, ante todo, elegante. La erudición y la aristocracia guardaban entre sí, una línea muy delgada, pues el conocimiento era algo ampliamente valorado por las altas esferas.
Por su parte, en Asia Menor, otro destacado centro cultural prosperaba. Se trataba de Pérgamo, una célebre ciudad que consiguió perdurar a través del tiempo, gracias a su afinidad con Roma. En su biblioteca, el estudio científico fue de suma importancia.
La Isla de Rodas es famosa, históricamente hablando, por su escuela de escultura. Recuerdo de su grandeza es el denominado “Coloso de Rodas”, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo, el cual rinde homenaje al dios Helios —protector de la ciudad—, siendo Cares de Lindo el autor de tan monumental obra. De acuerdo con los historiadores, se afirma que un sismo fue el causante de su declive, cuyo motivo, según el oráculo, fue la voluntad de los dioses. Con el tiempo, Rodas fue ganando prestigio progresivamente, compitiendo con Alejandría.