BUENAS COSTUMBRES: COMIENDO CORRECTAMENTE
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as buenas costumbres nunca deben de olvidarse, y más, cuando de estar en la mesa se trata. Posiblemente, muchos de nosotros dejamos de lado, en gran número de ocasiones, el modo correcto de actuar, cuando de la forma de comer se trata, pasando por alto muchos de los protocolos y de las reglas de comportamiento.
Esto sucede a menudo, puesto que, al estar en confianza con nuestros familiares, la mayoría de las veces, no se necesita vestir de traje y corbata o de pipa y guante. El problema surge cuando se presentan los compromisos sociales que requieren explotar toda la diplomacia y un comportamiento excepcional.
Aquí, es cuando deberemos de poner en práctica todo nuestro repertorio de buenas costumbres, sin olvidarnos de los modales, para así no quedar ante los anfitriones y demás invitados, como unos verdaderos cavernícolas. Lo importante de todo esto, es que siempre hay una solución, como les plantearemos a continuación, a modo de guía rápida; desde cómo consumir los alimentos, el uso de los utensilios de la mesa, hasta el tipo de conversación que debemos entablar para parecer agradables y encantadores.
El primer dato por considerar es el número de invitados. Siempre deberá ser acorde con el espacio y el tamaño de la mesa, a fin de prever el tipo de ayuda para servir los platos. Por esta razón, siempre será bueno recibir un grupo no tan numeroso, para así garantizar a los invitados un espacio suficiente, y poder hacer correctamente la transición entre plato y plato. Con esto no se creará ningún tipo de incomodidad en los comensales.
Algo por destacar, es que, cuando dentro del grupo de invitados se encuentren personas desconocidas, lo ideal es realizar una corta reunión, previa a la comida; para, con esto, llevar a cabo un primer contacto entre ellos y, así, evitar algún tipo de incompatibilidad antes de pasar a la mesa.
Hay que tomar en cuenta que, la cantidad de comida y bebida, debe ser suficiente para cubrir a los invitados, o al menos, tratar de que todo sea de la forma más equitativa cuando no se cuente con un vasto presupuesto.
Para calcular la bebida, es fundamental tener en cuenta que, de una botella de cava, se sirven siete copas; de una de 750 ml de vino, deben servirse diez vasos llenos hasta las tres cuartas partes. Un litro de cualquier jugo deberá alcanzar para ocho o diez vasos. Por último, un litro de café deberá rendir diez tazas.
Cuando de la decoración de la mesa se trata, ésta deberá ser muy cuidada. La combinación de la mantelería, vajilla y cristalería serán acordes con los adornos, que, en conjunto, habrán de lucir armoniosamente.
Si existe gusto por las velas, habrán de evitarse las aromáticas, así como las flores de marcada esencia, ya que pueden causar algún tipo de molestia a la hora de comer. Los aperitivos son algo que no pueden faltar, y son ofrecidos antes de comidas y cenas.
A la hora de servir se procederá por el lado izquierdo, comenzando por la señora de mayor categoría. Lo mismo será con los caballeros, siendo los últimos los jóvenes y niños, además del anfitrión.
Existe cierto lenguaje no verbal, como aquel consistente en el cruce de cubiertos sobre el plato, solicitándose su cambio por unos limpios. Anteriormente, era mal visto que un comensal no dejara un poco de caldo en el plato, algo que ha caído en desuso. Es incorrecto utilizar el cuchillo para pinchar la carne y, desde luego, para llevarla a la boca. Los trozos de carne se cortarán a medida que se consuman, siendo de mal gusto cortarlo todo antes de empezar a comer.
En el caso del espagueti, se recomienda enrollar una pequeña porción con la ayuda de la base del plato. La cantidad debe ser moderada para evitar los gestos inapropiados y su dificultad para introducirlos en la boca. Los huesos y espinas deberán ser juntados a una orilla del plato, evitando dispersarlos a su alrededor.
Con esta pequeña guía saldremos bien librados para nuestro próximo compromiso de etiqueta.