COMIDA TABASQUEÑA: GASTRONOMÍA CON VERSATILIDAD
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éxico siempre se ha caracterizado por su variedad cultural, lo que se ve reflejado en cada rincón del suelo azteca, como se le ha conocido a nivel internacional por mucho tiempo; siendo esto último, algo que no corresponde del todo, puesto que varias civilizaciones antiguas han sido las protagonistas del forjamiento multicultural de este país norteamericano, de donde se pueden mencionar a los mayas, olmecas, toltecas, entre otros.
Dentro de esa gran diversidad, sin duda, algo por lo que se reconoce a esta nación, es por la gastronomía. No importa en qué parte de los treinta y dos Estados que conforman a la República nos encontremos, siempre habrá un platillo que haga muy característica a cada región.
En el caso del sureste mexicano, siendo más específicos, en el Estado de Tabasco, la gastronomía es un tema muy importante. Una combinación de la riqueza del entorno y la cultura ancestral, dio lugar a la utilización de los productos de agua dulce y de mar, acompañados de los condimentos que todavía se utilizan actualmente.
Pretender conocer de primera mano la comida tabasqueña, es aventurarse a experimentar sabores únicos, al ser elaborados de distintas maneras. Aunque algunos de los platillos sean similares a los de otras partes, la clave está en la sazón de Tabasco. Ejemplos de esto son: el caldo de camarón con calabaza, los tamales de chipilín, la tortilla rellena de mariscos y las distintas preparaciones del famoso “pejelagarto”.
Posiblemente, algo que para muchos sea un tema de identidad —puesto que de manera instantánea hace pensar en Tabasco—, sea la forma en la que el pejelagarto ha sido parte importante dentro de la cocina local, donde las preparaciones de este singular pez, han dado la fama a este Estado mexicano.
Presentaciones del pejelagarto, tales como: en salsa verde, en tamales, al horno o asado a la leña, lo han convertido en un ingrediente muy versátil, y que se adapta a la forma de cocinar de la gente de esta región; obteniendo un resultado único y sorprendente, lo que realza y representa al arte culinario.
Al pejelagarto se le nombra de esta forma por su apariencia. De forma cilíndrica y alargada, cubierto de escamas rómbicas y articuladas (únicas en este tipo de peces) y dotado de mandíbulas poderosas —alargadas y llena de dientes filosos— parecidos a los de los lagartos. De ahí el nombre con el cual es conocido. Su carne es blanca y firme, muy apreciada por su exquisito sabor.
Otra delicia tabasqueña lo es el Tapesco, el cual, no es más que una parrillada de ostiones asados en fuego a base de pencas de palma y cubiertas por otras, logrando un asado y ahumado perfectos. Se acompaña con limón y se sazona al gusto.
Una visita a Tabasco no estaría completa sin probar una bebida refrescante a base de maíz. El Pozol, como es conocido, es una insignia del Estado, preparado a base de masa agria disuelta en agua fría, a la cual se le puede añadir azúcar al gusto. Existe otra versión a la que se le agrega cacao molido. El resultado es el llamado Chorote, algo especial por la combinación de los distintos ingredientes. Cualquiera de las dos opciones es buena, sobre todo, por el fuerte calor que se presenta en la región en gran parte del año.
Existen más platillos tabasqueños, pero bien vale la pena probarlas en una visita por el sureste de México.