CONTAMINACIÓN ACÚSTICA: UN PELIGRO PARA LOS OÍDOS
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o sólo la edad juega un papel determinante en la disminución de nuestros sentidos. Si del oído se trata, el progreso de la sociedad, en el aspecto tecnológico, se ha colocado como uno de los factores principales que ha llegado a resultar perjudicial para nuestra salud, cuando de excesos se trata. La pérdida de la audición es uno de los males en el que el ruido está de por medio.
Tan es así, que la Organización Mundial de la Salud se ha manifestado al respecto, proporcionando información sobre la problemática que el ruido supone a nivel mundial, formando parte de la denominada “contaminación acústica”. El decibelio está considerado como la unidad de medida de la intensidad sonora, y su emisión en proporciones superiores a las 60 unidades, de acuerdo con lo declarado por dicho organismo internacional, ya resulta riesgoso para la salud.
La mayoría de los adolescentes y jóvenes son los sujetos más propensos a sufrir deterioro auditivo, a consecuencia de la constante y estridente música que escuchan por medio de diademas musicales y de audífonos a alto volumen.
Para darnos una idea de lo antes dicho, puede tomarse como parámetro, el hecho de que una conversación suele rondar entre los 40 y 60 decibeles; los gritos y los ladridos de un perro entre los 70 y 80 decibeles y, los ruidos de transportes de gran tonelaje —como camiones y aviones—, van por encima de los 100 decibeles. Ahora bien, no se trata solamente del volumen elevado, sino del tiempo que una persona suele estar expuesta a una cantidad de decibeles en específico.
Varias legislaciones alrededor del mundo contemplan —dentro de la normativa laboral—, las medidas necesarias para aquellos obreros expuestos al ruido de la industria; entre ellas, el uso de protectores auditivos como parte de sus derechos individuales, siendo obligación de los patrones el proporcionarles las condiciones más adecuadas para el resguardo de su salud.
La hipoacusia, es el término bajo el cual se le conoce a la pérdida de la audición. Una señal de este padecimiento es la progresiva falta de percepción de los tonos agudos, lo cual, con el transcurso del tiempo, no hace sino empeorar, hasta alcanzar el grado de no poder comprender lo que otra persona nos dice.
Debe recordarse que existen dos tipos de daños auditivos. Por un lado, se encuentra el reversible, aquél que, quizá, la mayoría de las personas han experimentado en alguna ocasión; cuando se han visto forzadas a estar en un ambiente con volumen elevado, trayendo como consecuencia un zumbido cuando la calma retorna. El irreversible, como su nombre lo indica, es aquél que no tiene vuelta atrás, y puede ser ocasionado por el uso irresponsable de los audífonos.
En caso de que una persona comenzara a detectar alteraciones con la percepción auditiva, será necesario que acuda con el otorrinolaringólogo y, en caso de ser algo que requiera de mayor atención, es posible que sea remitido a un audiólogo, para de esta forma determinar el tratamiento a seguir.