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VELAS: ILUMINACIÓN ACOGEDORA
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ás allá de usar las velas como una solución cuando un apagón se presenta por las noches, éstas se han convertido, también, en artículos de uso decorativo y, en cierta forma, asociados al romance; aunque esto último, no precisamente muchos lo compartan. Sea como fuere, han estado presentes desde hace varios siglos atrás, cuando la electricidad era algo ajeno para aquellos tiempos.
Bajo el concepto de elegancia, los diseñadores se han dado a la tarea de desarrollar, elementos que destaquen el potencial de las velas, tales como candelabros o candeleros de diversas e ingeniosas formas. Basta con echar un vistazo a los diferentes comercios dedicados a esta materia para constatarlo.
Existen tres factores implícitos en el uso de las velas: la base o soporte que las sostienen; la luz que produce de acuerdo con su función; y la propia vela. Con estos tres puntos se determinará el uso correcto, en base a nuestra creatividad y gusto.
Afortunadamente, en el mercado existe una amplia gama de artículos relacionados con cirios o velas, como candelabros y soportes, dependiendo del uso y ubicación para donde se deseen colocar. Ya sean de cerámica o metálicos, modelos antiguos o modernos, de pared o de pie, siempre habrá una buena opción para elegir.
Bajo esta perspectiva, las velas dejan de ser un artículo de ocasión, para integrarse en la decoración de la casa; y más, con la cantidad de materiales y diseños de los soportes, que logran hacer de esto, una amplia variedad de formas y tamaños, acordes a las distintas estancias del hogar.
Cosas de este tipo, revelarán nuestro gusto por los detalles, así como nuestra personalidad, elegancia y estilo. Independientemente a ello, las velas generan un ambiente mágico, siendo las consentidas de muchos por sus diferentes aromas, colores y tamaños, diseños clásicos, modernos, geométricos, o bien, tradicionales a base de parafina o gel.
Algo que siempre debe tomarse en cuenta, es que no se trata de comprar velas por sólo comprarlas, ni colocarlas de forma inadecuada. Todo tiene una razón. No se trata de amontonarlas ni de quedarnos cortos en el número ideal. Recordemos que todo es en función del resultado óptimo para cada pieza de la casa. Por ejemplo, en una recámara de tamaño promedio, basta con colocar sólo un par en un mueble con espejo, o en un sitio estratégico.
En cambio, en lugares más grandes, la cosa cambia. Se requiere mayor cantidad de luz, aconsejándose agruparlas, elegantemente, sobre algún tipo de mesa, o usar candelabros de pie o de pared, o bien, sobre algún tipo de cuenco cerámico o recipientes de cristal decorados.
Todo lo anterior invita a decorar e iluminar con velas, pero siempre tomando las medidas de seguridad necesarias, no perdiéndolas de vista, ya que un accidente podría presentarse en cuestión de segundos. Tampoco hay que ubicarlas al lado de cortinas o de materiales susceptibles al fuego, puesto que una pequeña ráfaga de viento podría ondearlas y hacerles entrar en contacto con la flama. Hay que asegurarse de que las velas embonen bien en los soportes y que no queden sueltas, para evitar su caída y posibles consecuencias graves.
Recordemos que la seguridad nos brinda el disfrute de aquello que más nos gusta.