domingo, 9 de agosto de 2020

EL ABANICO: "Ya bajo esta nueva presentación, pronto sería asociado con la femineidad, al igual que el espejo, dentro de la cultura grecorromana. Por su parte, en China y Japón estos utensilios no fueron ajenos, convirtiéndose en un objeto característico de los emperadores y de la nobleza".

Fuente de la imagen: Pixabay.

EL ABANICO: UN ACCESORIO MULTIFACÉTICO 

E

l flabelo, vocablo que se desprende de la raíz latina: “soplo”, está considerado como uno de los antecedentes históricos del abanico. Ya en el Antiguo Egipto fue confeccionado para servir a la nobleza, la cual requería de un medio de ventilación y sombra ante el calor del desierto. Estos artefactos estaban hechos a base de hojas y plumas de aves, colocados en una vara de longitud considerable, de tal forma que, a la vez, servían de ornamento en los palacios. 

Posiblemente, a raíz del contacto de los griegos con la civilización egipcia, fue que el flabelo fue introducido a Europa. Su uso fue extendido para la celebración de ceremonias religiosas, a imitación de Egipto, sirviendo como herramienta para alejar a los insectos de los monarcas y sacerdotes. Asimismo, fue de gran utilidad para avivar el fuego durante los rituales. Con el transcurso de los años, el tamaño de la vara disminuiría hasta quedar como mango, accesible para uso personal. 

El abanico, ya bajo esta nueva presentación, pronto sería asociado con la femineidad, al igual que el espejo, dentro de la cultura grecorromana. Por su parte, en China y Japón estos utensilios no fueron ajenos, convirtiéndose en un objeto característico de los emperadores y de la nobleza, los cuales ordenaban la confección de abanicos suntuosamente elaborados. 

Como muchas de las cosas que sobreviven hasta nuestros días, este artefacto llegó a estar provisto de un rico simbolismo, dependiendo del pueblo que lo utilizara. Desde ser representación del elemento aire —y con él vivificar el espíritu de los difuntos—, hasta la mutabilidad lunar, pasando a formar parte de un lenguaje no verbal asociado a los sentimientos del portador. En base a cómo una mujer se abanicara en un momento determinado, emitiría un mensaje. Casi siempre, éste iba ligado al flirteo. 

En el Cristianismo, el flabelo fue introducido para formar parte de la liturgia romana en el pasado. Diseñados con plumas de avestruz, estos eran ocupados durante las celebraciones en las que, el sumo pontífice, era llevado en procesión, a modo de ornamento, ventilación y protección. Asimismo, servían de apoyo para alejar a los insectos que pudieran acercarse al altar durante la misa. 

El abanico, a lo largo de los siglos, ha sido fabricado bajo distintos estilos y materiales. El tradicional, de varillas desplegables, ya existía en España en el siglo XV, sufriendo cambios en los años posteriores. El metal y la madera fueron, en un principio, los materiales base, siéndoles añadidos plumas y telas. En décadas más recientes, a mediados del siglo XVIII, el papel entra a formar parte de su estructura. El denominado “abanico de pericón” cuenta con la particularidad de poseer grandes dimensiones. Por esta razón, es habitual verlo en representaciones artísticas, como la danza y el teatro. 

Aunque se mencionó que el abanico está relacionado con la femineidad, no es exclusivo de ésta, puesto que los varones también han hecho uso de este accesorio en menor medida. Tessenjutsu es el arte marcial del abanico de guerra. 

 

“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).