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EL SIMURG: EL FÉNIX PERSA
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as aves han sido, desde épocas antiguas, un símbolo estrechamente ligado con los dioses. Su capacidad de elevarse por los cielos ha causado la admiración de los hombres, cuyo anhelo ha sido, desde el principio de los tiempos, la trascendencia y el alcance de lo imposible. Dentro de las ideas arraigadas en las distintas culturas, podemos ubicar la que asocia a estos animales como mensajeros celestiales o conectores con lo elevado.
En lo que a las tierras del antiguo Irán se refiere, en la época de la Dinastía Sasánida, el simurg fue el icono utilizado por los soberanos persas como distintivo imperial. Esta criatura mitológica, cuyo aspecto asemeja a la de un ave, estaba dotada de entendimiento y raciocinio. La tradición lo señala como un ser inmortal, motivo por el cual, los estudios suelen equipararlo con la legendaria Ave Fénix.
La leyenda asegura, que la sabiduría que conserva desde tiempos inmemoriales es debido a que habita en las ramas del Árbol de la Ciencia. Por su parte, el Árbol de la Vida también estaba asociado con él, afirmándose que el simurg había entregado y enseñado a los hombres el uso de las diversas plantas medicinales que brotan de la Tierra.
En
la doctrina zoroástrica, el haoma guarda un carácter sagrado.
Esta antiquísima planta tiene un protagonismo relevante en la historia del
Zoroastrismo, toda vez que la tradición relata cómo una misteriosa sustancia
cayó un día de los cielos, fecundando a la tierra. Fue así como una ternera se
alimentó del verde campo y la misteriosa sustancia se alojó en su leche, la
cual fue consumida posteriormente —luego de ser mezclada con haoma— por un
matrimonio, de cuya unión nació el profeta Zaratustra, luz para
el pueblo iraní.
Debido a su vínculo con lo divino, en el arte fue representado de distintas maneras, desde la forma de un ave, hasta una criatura con rasgos híbridos, misma que en ocasiones proyecta un rostro humano. Los persas lo tenían como un ser benevolente y misericordioso, pendiente de la humanidad y dispuesto a intervenir, si era necesario. Al ser retratado al lado de los reyes y sacerdotes, estaba considerado el protector de los jerarcas, por voluntad del dios Ahura Mazda. Para el caso de la gente del pueblo, les llenaba de bendiciones y prosperidad.
Pese
a que el vocablo “simurg” no cuenta con una traducción en específico,
y su significado pudiera resultar no tan glamoroso, se cree que procede de la
lengua sasánida, aludiendo a un ave rapaz. Otra posible interpretación la
brinda el poeta sufí Farid al Din, en cuya obra lo designa como “treinta
pájaros”.
En dicho poema, se relata cómo cierto día, las aves (alegoría de los seres humanos) se reunieron para elegir, de entre todos los presentes, a su rey. En medio del debate, llegaron a la determinación de que lo más adecuado sería ir en busca del milenario simurg para coronarlo. Decididos a encontrarlo, acuden sin demora a donde la leyenda ha situado, desde siempre, su morada. Cuando finalmente ingresan en el recinto, la sorpresa de las aves es inmensa al no encontrar nada, salvo un lago en donde cada una pudo contemplar su rostro.