LOS AMORREOS: EL PUEBLO DEL DIOS AMURRU
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ficialmente, los historiadores no han dado un criterio unificado respecto a la tierra de origen de los semitas. Las teorías más aceptadas dentro del círculo intelectual, son aquellas que afirman que fue Arabia, para después conquistar y expandirse posteriormente hacia Oriente. La cuestión tiene lugar, cuando los registros históricos señalan que varios pueblos se habían establecido en regiones lejanas de Arabia.
Los amurru, también conocidos como “amorreos”, llegaron a radicar en ciertas partes del territorio que actualmente es Siria. Este grupo, en vías de organización, mantuvo una condición nómada durante largos años, teniendo que recurrir a los oasis para su supervivencia. Al tiempo de volverse sedentarios, comenzaron a abarcar más tierras, incluyendo regiones de Mesopotamia.
La ciudad de Mari, en gran medida desconocida —hasta las excavaciones arqueológicas realizadas en el siglo XX—, estaba ubicada a orillas del río Éufrates, y goza de la fama de haber sido un destacado ejemplo de civilización para aquellos tiempos. Gracias a los descubrimientos en la zona, pudo comprenderse mucho mejor el pasado semita, al ser rescatadas 20 mil tablillas cuneiformes con información de índole política, comercial, religiosa y jurídica.
Mesopotamia y Babilonia mantenían vínculos comerciales con ella, a la vez de ser recordada como una civilización sincrética, religiosamente hablando, quien había adoptado creencias de otros pueblos vecinos. Amurru (Martu) y su esposa Asherah (Asratum) eran las divinidades principales. Amurru era concebido como un dios pastor, siendo señalado por ciertos eruditos como el mismo dios de los judíos, aunque existe debate al respecto. Hay quienes aseveran que el nombre dado a Dios en la tradición judeocristiana: “El Shaddai” no significa “todopoderoso”, sino “señor de la montaña”, que es lo que el nombre de Amurru significa.
En el 1760 a. de C., Hammurabi tomó la ciudad de Mari, terminando con su grandeza y poder. Tendrían que transcurrir varios años, para que la antigua ciudad resurgiera de sus cenizas, sólo que bajo la hegemonía de los egipcios y, mientras tanto, continuaría siendo víctima de las guerras de conquista. Durante dicho tiempo, la independencia de los amorreos sería puesta en juego: en ocasiones, logrando independizarse; en otras, regresando al sometimiento.
De acuerdo con la historia, Mari llegaría a su final definitivo en los tiempos del rey Nabucodonosor II. No obstante, el pueblo amorreo había conseguido ganar territorios en lo que actualmente es Palestina, al grado de ser mencionados en los textos bíblicos y, en ocasiones, siendo confundidos con los cananeos, con quienes los judíos se habían mezclado siglos antes.
Se dice que los amorreos y los hebreos gozaron de paz en el período comprendido entre la muerte de Josué y el nacimiento de Samuel, en el cual, el pueblo judío comenzaba a asentarse después de una larga vida como tribu errante. Sin embargo, con la aparición del rey Salomón, los amorreos se vieron obligados a defender su independencia de nueva cuenta; algo que resultó vano, pues fueron sometidos por los judíos.
Como dato de interés, cabe señalar que el nombre “Jerusalén”, cuyo origen etimológico es incierto hasta nuestros días, se cree que es de procedencia amorrea.