jueves, 13 de agosto de 2020

TRENTREN Y CAICAI: "La intercesión de Trenten-Vilu desató la furia de Caicai-Vilu, dando principio a una atroz guerra entre ambas serpientes, en la que estaba en juego el destino del mundo. Finalmente, Trenten-Vilu resultó victorioso, obligando a Caicai-Vilu a devolver parte de la tierra que había inundado".

Fuente de la imagen: Pixabay.

TRENTREN Y CAICAI: LOS DIOSES OFÍDICOS DE CHILE 

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a mitología chilota es un universo de riqueza cultural, orgullo del Continente Americano. Debe su nombre a la relación que tiene con el archipiélago de Chiloé, localizado en el sur de Chile. Debido a la influencia europea, se dice que, con el paso de los años, ha acogido creencias, leyendas y mitos de varios pueblos, —incluido el español—, dotándola de una peculiaridad única y especial. 

Aunque la mitología mapuche conserva una antigua narración referente al principio de los tiempos, la misma también está presente en la chilota, intentado explicar el motivo que dio lugar a la actual geografía del territorio chileno. 

Se dice que Caicai-Vilu y Trentren-Vilu son dos seres ofídicos, hijos de los espíritus o divinidades más importantes dentro de la tradición, los cuales, a causa de un castigo, fueron condenados a adquirir la forma de serpientes. Caicai-Vilu habría de permanecer en los mares al lado de las entidades guardianas del agua, mientras que Trentren-Vilu en la tierra, enviado a auxiliar a la raza humana. Ambas criaturas mantendrían viva la rivalidad mutua, a imagen de sus ancestros. 

Cuenta el relato cómo cierto día, Caicai-Vilu, tras despertar de su letargo, se encolerizó con los seres humanos por su ingratitud ante las bondades del mar. Fue así como sacudió ferozmente las aguas provocando inundaciones, lluvias torrenciales y terribles tormentas, con el objetivo de arrasar a cuanto ser viviente caminara sobre la tierra. Los gritos de desesperación no fueron ajenos a Trentren-Vilu, cuya benevolente naturaleza y misión de proteger a la humanidad, le hicieron acudir inmediatamente a la llamada de auxilio. 

Trenten-Vilu transformó a las criaturas en base a la situación en la que se encontraban en el momento de la catástrofe. A los que se ahogaban, los convirtió en peces; a los que iban a ser arrastrados por las corrientes, los transformó en aves; y a los difuntos a causa del agua, en sumpall, seres con apariencia humana y de pez, que, de acuerdo con la mitología, son capaces de cobrar venganza hacia todo aquel que dañe los mantos acuíferos. 

Asimismo, Trenten-Vilu cargó sobre sí a otro grupo de sobrevivientes, mientras ordenaba a las montañas que aumentaran su altura para evadir las aguas. La gente fue refugiada en la montaña, que era, al mismo tiempo, hogar de la gran serpiente. 

La intercesión de Trenten-Vilu desató la furia de Caicai-Vilu, dando principio a una atroz guerra entre ambas serpientes, en la que estaba en juego el destino del mundo. Finalmente, Trenten-Vilu resultó victorioso, obligando a Caicai-Vilu a devolver parte de la tierra que había inundado, quedando Chile y el mundo establecidos tal cual hoy los conocemos. 

Una versión alterna explica, que cada vez que las aguas entran en agitación es a causa de la furia de Caicai-Vilu. Por su parte, cuando los desastres naturales tienen lugar en la tierra (terremotos y erupciones volcánicas), es debido al enojo de Trentren-Vilu, como consecuencia del mal comportamiento de los seres humanos para con la naturaleza. 

 

“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).