Tesorería del Faraón (Al-Kazneh), Petra, Jordania. |
ARTE MORTUORIO: APOSENTO DE LOS GOBERNANTES
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lo largo de la historia, el ser humano ha dejado rastro de su impresionante ingenio —en lo que a veneración y respeto se refiere—, con la construcción de admirables edificaciones en honor a los muertos. El Mausoleo de Halicarnaso, dedicado a Mausolo —quien fuera sátrapa del Imperio Persa—, es un claro ejemplo de ello, sirviendo de inspiración a través del tiempo.
El reconocimiento y el aprecio hacia los jefes de Estado fueron el motivo primordial que impulsó a la creación de tumbas de reyes y emperadores; mismas que, dependiendo de la época y de la cultura, nos dejan muestra, hasta nuestros días, de un estilo único y sorprendente.
Muchos años después de su muerte, los restos de Napoleón fueron enviados a Francia, en donde se construyó una tumba con características especiales, de acuerdo con la grandeza de lo que simbolizó en día este personaje para la nación gala. La Tumba de Napoleón se encuentra en el Complejo de Les Invalides en París. Sus restos fueron colocados en seis ataúdes, uno dentro del otro: el primero, de hierro cubierto de hojalata, el segundo de caoba, el tercero y cuarto de plomo, el quinto de ébano y el último de roble. Ataúdes que fueron situados en dicha tumba con los grabados de sus victorias militares.
La que posiblemente sea la tumba más grande del mundo, es la del Emperador japonés Nintoku Tennō, ubicada en Sakai en la prefectura de Osaka, con unas dimensiones colosales de 486 metros de largo, 307 de ancho y 35 de altura. Con una forma de ojo de cerradura antigua, rodeado por tres fosos, se cree que el Emperador fue depositado en el centro del inmenso complejo.
El Barco de Oseberg —cual fuera construido en madera de roble con espacio para treinta personas—, se presume, fue elaborado en el siglo IX como recinto funerario para la reina Aasa y otra mujer; aunque no se tiene seguridad sobre su real identidad. Se piensa que los restos de la segunda persona debieron pertenecer a una sirvienta, misma que debió ser sacrificada para acompañar a su ama en el otro mundo. El barco mide 21,5 metros de largo y 5 de ancho, exhibiendo en el frente una cabeza de serpiente.
Desde la edad de nueve años, Tutankamón reinó en Egipto, para finalmente fallecer a la corta edad de 18 años. La tumba, en su honor, quedó oculta bajo los escombros ocasionados por la edificación de la tumba de Ramsés VI, en el Valle de los Reyes en Tebas. Sería el arqueólogo Howard Carter quien la descubriría en 1922, hallándose intacta, conteniendo piezas de arte egipcio. La momia del monarca yacía en el interior de tres sarcófagos, donde cuatro urnas los contenían, cubiertas de oro y motivos religiosos.
El Taj Mahal es otro imponente edificio mortuorio, construido para Mumtaz Mahal, la esposa predilecta del Emperador Sha Jahan, y guarda los restos de ambos. Data del año 1643 y está decorado con mármol blanco y piedras preciosas en diseños de flores, a causa de que la fe musulmana no permite la representación de figuras humanas en el arte. Aquí, resaltan cuatro torres circulares, iguales como los de una mezquita, que se encuentran en las esquinas del edificio.
Redescubierta en 1812 por John Burckhardt, la Tesorería del Faraón (o Al-Kazneh) es una tumba sin terminar en Petra, Jordania, que fue construida por los nabateos. La construcción, a base de piedra arenisca rosada, fue esculpida en una pendiente, contando con unas dimensiones de 27 metros de ancho y 40 de alto. Más tarde se utilizó como fortaleza para los cruzados.
Para terminar este artículo, mencionaremos la tumba del Emperador chino Qin Shi Huang y sus miles de soldados de terracota de tamaño natural. Sobre este tema se les recomienda nuestro artículo “Guerreros de Terracota: el ejército del más allá”.